Camino no hay solo uno

 

Cuando uno termina la carrera y se asoma al trepidante mundo profesional, las opciones que se le presentan son tan innumerables como el desconocimiento y la incertidumbre acerca de cada una de ellas. Uno de los momentos que más disfrutaba de mi trabajo en Recursos Humanos era precisamente cuando tenía que orientar a los estudiantes que están finalizando su carrera, de cara a dar sus primeros pasos en el mundo profesional. En la mayoría de las grandes empresas existen programas de prácticas para estudiantes, con la idea de que conozcan por dentro la compañía y se familiaricen con el día a día del trabajo en un departamento. 

Entrevistando a estudiantes de último curso de universidad uno se encuentra de todo, pero entre la tipología de perfiles había dos que me resultaban especialmente curiosos. El primero, y más común, era el de aquellos que se encuentran literalmente perdidos. Este perfil asume con valiente humildad no saber a qué querer dedicarse (o no tenerlo muy claro) y muestra ganas de probar para poder discernir. El segundo perfil que me solía encontrar era el de los que se enfrentaban a las entrevistas con un discurso aprendido, probablemente enseñado por algún hermano o conocido mayor, sobre lo que es mejor o peor, así como respuestas ensayadas para impresionar al entrevistador. Este perfil asume que hay un tipo de carrera profesional exitosa y otra que es mejor desechar, y lucha por estar en la primera clasificación.

Para ambos perfiles siempre he pensado que hay una misma respuesta: no hay solo un camino. Cada persona tiene la responsabilidad, en primer lugar, de conocerse: saber qué es lo que más le interesa y lo que se le da bien. En segundo lugar, uno debe entender que hay tantas opciones profesionales como personas. Y, por lo tanto, nunca debemos pretender encajar en el camino de otro.  Si alguien, siendo un jugador solitario, simula disfrutar del trabajo en equipo porque cree que así encajará mejor en una posición, corre el riesgo de que los demás esperen de él ser un jugador de equipo cuando podría haber encajado en otros trabajos en los que el trabajo individual sea clave. Por lo tanto, siempre habrá un trabajo que requiera de las aptitudes que tú tienes.

En estas semanas, mientras estoy preparándome para empezar la peregrinación a Jerusalén, tengo la sensación de que este aprendizaje profesional se puede extrapolar a los demás ámbitos de nuestra vida. Al dar el paso de pausar mi vida laboral para comenzar esta aventura, he empezado a darme cuenta de que muchos de nosotros estamos o bien perdidos, o bien en posiciones que realmente no encajan con nuestra personalidad.

Para encontrar nuestro camino, mi propuesta es conocernos a nosotros mismos porque, aunque duro y escabroso, con tiempo y sinceridad interior puede ofrecernos algo sorprendente. En segundo lugar, creo que debemos desechar la idea de que existe un “camino ideal”. Los caminos exitosos de otras personas no tienen por qué conducirnos a nosotros a la felicidad y la autorrealización, ojito con esto. Y el tercer escalón, para mí el más fácil si has conseguido atravesar los dos primeros es: dar el paso

Yo, te espero al otro lado. Te aseguro que merece la pena.

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